sábado, 14 de agosto de 2010

UNA IGLESIA QUE NO VE, ENTRAÑAS QUE NO SIENTEN.


Mateo 9.36-38
Mat 9:36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
Mat 9:37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
Mat 9:38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

El dicho popular, “ojos que no ven, corazón que no siente”, se refieren mayormente a que nuestro corazón no siente nada, frente a hecho que no se vemos. Se ha usado mucho para destacar los engaños en las relaciones de pareja, para las cosas que se hacen a escondidas de otros. Pero en un blog, me recuerdo haber leído que la escritora hacía mención de este dicho popular en el sentido de que no era de esta forma, porque cuando uno realmente ama, se da cuenta de una u otra forma de las cosas que están pasando, dando a entender como que el corazón percibe el mal.
En referencia al texto bíblico que acabamos de leer y sobre todo a la importancia de la obra misionera, creo que una iglesia miope no puede sentir el dolor ajeno, no puede moverse en compasión, no puede sentir lo que Jesús siente, si no ve como Jesús ve.
Por esta razón quiero referirme al texto desde la mirada de la gran comisión que el Señor delego a sus discípulos y que está registrada en los cuatro evangelios. Después de esta experiencia podríamos preguntarnos, ¿Cómo el Señor no termino con un stress, con un fastidio o una animadversión de las personas? ¿Qué le hace sentir compasión de un grupo de personas que no tienen que comer y que lo único que están buscando son panes y peces?
El texto bíblico es mucho más profundo que nuestra vaga lectura superficial, que nos hace leer que el Señor tuvo compasión de la multitud, preguntemos nosotros, ¿Hemos sentido esa compasión que registra el texto bíblico?, si la hemos experimentado ¿Cómo la podríamos describir?
A continuación tratemos de meternos en el espíritu de esa revelación.
Lo primero que tenemos necesariamente que destacar en esta profunda experiencia de Cristo, es que está inmersa en un contexto de milagros, eso es muy importante, ya que los milagros nos revelan que nuestro Señor Jesucristo está dispuesto a mover el cielo para cumplir su propósito en la tierra.
Un poco antes de esta declaración hay dos milagros interesantes, que pueden decirnos algo en relación a los acontecimientos. El primero son dos ciegos que reciben la vista y en el otro un mudo habla después de una liberación demoniaca. En ocasiones tengo la sensación de que la Iglesia esta ciega y además muda. No ve, entonces no siente y si no siente, no necesita hablar.
LA COMPASIÓN
En la evangelización o gran comisión, la compasión se convierte en fuerza activa y no pasiva.
Jesús declara por lo menos 5 veces en Mateo que tuvo compasión de la gente:
a. Mt. 9.36 – Cuando vio a las multitudes desamparadas (Recorriendo las ciudades vecinas)
Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.

b. Mt. 14.14 – Con relación a los enfermos físicos. (Alimentación de los cinco mil)
Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.

c. Mt. 15.32 – Por los hambrientos (Alimentación de los cuatro mil)
Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino.

d. Mt. 18.27 – Por los endeudados en el área económica (Los dos deudores)
El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.


e. Mt. 20.34 – Con relación a los ciegos que no podían valerse por sí mismo. (Dos ciegos en Jericó)
Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.

Todas estas situaciones donde Jesús impone compasión se realizan donde los hombres son impotentes a resolver la situación por ellos mismos, donde se requiere un acto sobrenatural.
Por ejemplo, revisemos los textos que acabamos de leer:
 Las ovejas desamparadas o literalmente como dice la traducción en griego, desmayadas, que desfallecían, sin fuerzas, entregadas al mundo, sin un pastor que pudiera orientarlas, protegerlas y guiarlas a lugares de delicados pastos.
 Los enfermos terminales, a aquellos que la medicina de Hipócrates, tan común en aquellos tiempos, nos les surgía efecto. Cientos de personas en los caminos esperando una limosna, por causa de su enfermedad, no tenían otra posibilidad. Ciegos, cojos, paralíticos, esperaban la buena voluntad de los caminantes. Muchas de estas personas que conocían la ley de Moisés, no solo pedían limosnas, sino que las reclamaban a los observantes judíos, por estar escrito en la ley.
 A aquellos que no tenían que comer, esa multitud de hombres, mujeres y niños que seguían a Jesús, por el motivo que sea, no contaban con los recursos para seguirlo por largos días.
 A los endeudados, esos que por cualquier razón lo perdieron todo en materia económica, que estuvieron a punto de ser llevados a la cárcel y su familia terminar como esclavos.
Por esta razón deberíamos preguntarnos si hemos sentido esta compasión que experimento Jesús frente a la gran multitud. La palabra compasión a secas no nos ayuda mucho para entender la profundidad de lo que vivió Jesús.
Por esta razón veámosla de la forma que esta expresada en el griego.
La palabra compasión en su forma griega es un verbo que viene de la palabra viseras principales, es decir; corazón, pulmón, hígado e intestino. Los griegos sostenían que estas viseras contenían el asiento de las emociones y pasiones, especialmente de la ira, la ansiedad, el miedo e incluso el amor.
Veamos un ejemplo de los griegos de aquella época.
En las Coéforas, la segunda parte de la triada de la Orestíada de Esquilo, del 458 a. de C. se dice que el coro oyendo el lamento de Electra por la muerte de su padre, asesinado por su madre. Se entristecieron sus entrañas.
Esa es la misma palabra que usa Mateo para describir que Jesús sintió compasión por las multitudes que estaban sin pastor. Era un dolor en las entrañas, una angustia que lo lleva al clamor y a la muerte para convertirse en el pastor de ellas.
Así pues en el griego clásico las entrañas son las partes internas del hombre y asiento de las emociones más profundas.
Frente a la ruina espiritual de los hombres aun cuando fuera causada por la propia dejadez de ellos, Jesús no sintió sino piedad. El no veía al hombre como un reo que ha de ser condenado, sino como un descarriado que había que encontrar y llevar a casa, no veía a los hombres como broza para quemar, sino como mies presta para ser segada por Dios.
Y al ver las multitudes…
Pero sentir compasión como Jesús, requiere algo más que quererla, demanda ver, y es justamente donde creo que hemos fallado como iglesia, estamos tan imbuidos en nuestros asuntos eclesiásticos, en nuestros desarrollos ministeriales, en nuestras labores seculares, en nuestros proyectos personales que no conseguimos ver a la multitud.
Además esta palabra ver, no implica la mera observación ocular de alguien que se detuvo y se deparo con una imagen asombrosa. Esta palabra en griego es la misma usada en Hechos 12.11 y se refiere a entender.
Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.

Porque razón Pedro dice…ahora entiendo verdaderamente… El motivo de esto, es que anteriormente él pensaba que era una visión todo lo que le estaba pasando, lo del ángel, las puertas de la cárcel abriéndose, etc. Esa palabra “entiendo” es la misma expresión griega de Jesús cuando dice, “viendo”, refiriéndose a la multitud que estaban desamparadas como ovejas que no tienen pastor.
Este momento con la multitud no es el mero encuentro ocasional, de una persona que está en la cima de alguna parte alta y consigue ver a lo lejos a un grupo de personas, sino más bien es alguien que entiende lo que les sucede, porque ha caminado con ellos, porque los ha alimentado con cinco panes y dos peces, porque los ha escuchado gritar en el camino pidiéndoles misericordia, porque ha podido ver la frustración de una madre que ha perdido a su único hijo y mas encima es el sustento de la casa, porque ha podido ver a un padre rogándole que resucite a su hija y a una mujer que se atreve a meterse dentro de la multitud eufórica para recibir una sanidad, a pesar de que el precio de esta osadía le cueste la humillación de que todos se enteren y además la exclusión de ciertos círculos sociales. Jesús no es el estadista que se sienta a analizar los acontecimientos, él es parte de este acontecimiento. Es tan cercano con esta gente, que conoce sus olores, sus fiestas, sus costumbres, algunos rostros seguramente le son familiares. Ex ciegos, ex mudos, ex prostitutas, ex ladrones, y a los que todavía no han dado el paso de seguirlo, a aquellos que lo siguen simplemente por el beneficio. Por esa razón la expresión viendo la multitud no es un simple hecho ver, sino más bien de conocer.
Para concluir esto leamos Mateo 9.13
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.

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